Y dijo la libélula...

domingo, 22 de abril de 2018

Así empieza lo malo - Javier Marías

El tiempo de los suicidas ha de ser extraño porque está enteramente en su mano terminarlo, y son ellos quienes deciden cuándo, esto es, el instante, que puede ser un poco antes o un poco más tarde, y no debe ser fácil determinarlo, ni saber por qué ahora y no hace unos cuantos segundos o dentro de unos cuantos más, ni siquiera por qué hoy y no ayer ni mañana ni anteayer ni pasado mañana, por qué hoy cuando tengo un libro a medio leer y pronto se emitirá la nueva temporada de una serie de televisión que he seguido a lo largo de los años, por qué decido que ya no los voy a continuar y que ignoraré para siempre sus desenlaces; o por qué interrumpo esa visión distraída de una película que pasan en un canal en el que he ido a a caer por azar en esta habitación de hotel - el pasajero lugar elegido para contener mi muerte sin testigos y a solas -, cualquier cosa nos suscita curiosidad cuando estamos a punto de despedirnos de ella y del resto: de nuestros recuerdos y nuestros saberes acumulados pacientemente, de las zozobras y los esfuerzos que ahora nos parecen baldíos o que no eran en verdad para tanto; de las infinitas imágenes que han pasado ante nuestros ojos y de las palabras que nuestro oídos oyeron, pasivamente o en vilo, de las risas despreocupadas y las exultaciones, los momentos de plenitud y los de angustia, los de desolación y optimismo y también del tictac incesante que nos acompañó desde nuestro nacimiento, está en nuestro poder acallarlo y decirle: "hasta aquí hemos llegado"

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