¿Cómo sabemos qué es lo que más nos conviene? Todos los psiquiatras, todos los orientadores de profesión y todas las princesas de Disney saben la respuesta: "Se tú mismo". "Haz lo que te diga el corazón".
Pero lo que quisiera que alguien me explicara es lo siguiente: ¿qué pasa si da la casualidad de que tienes un corazón que no es de fiar? ¿Y si el corazón, por sus propios motivos insondables, te aleja con obstinación en una nube de resplandor indescriptible de la salud, de la vida domestica, de las responsabilidades cívicas y los contactos sociales, y de todas las virtudes comunes tibiamente mantenidas, y te lleva directo a un bonito espectáculo de ruina, autoinmolación y catástrofe? ¿Tiene razón Kitsey? Si tu yo más profundo te está engatusando para que vayas derecho a la hoguera, ¿es mejor darte la vuelta? ¿Taparte los oídos con cera? ¿Pasar por alto toda la perversa gloria que te está gritando el corazón? ¿Ponerte sumisamente en camino hacia la norma, el horario razonable y los chequeos médicos periódicos, las relaciones estables y los continuos ascensos profesionales, en New York Times y el desayuno tardío los domingos, todo con las promesa de ser de algún modo mejor persona? ¿O, como Boris, es mejor arrojarte de cabeza y riéndote a la furia sagrada que grita tu nombre?
Y dijo la libélula...
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