Y dijo la libélula...

domingo, 13 de junio de 2010

Sputnik, mi amor - Haruki Murakami


"Ya ves, continuamos viviendo, cada uno a su manera, incluso ahora", pensé. Por profunda y fatal que sea la pérdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien completamente distinto y sólo conservemos, de lo que antes eramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atras. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días..., haciendo, según como, una buena actuación. Al pensarlo, me sentí terriblemente vacio.
...
Quizá todas las cosas ya estén perdidas de antemano secretamente en algún lugar remoto. Al menos existe un lugar tranquilo donde todas las cosas van fundiéndose, unas sobre otras, hasta conformar una única imagen. A medida que vamos viviendo no hacemos más que descubrir, una tras otra, como si tirasemos de un hilo muy fino, esas coincidencias. Cerre los ojos e intenté recordar el mayor número de cosas bellas pérdidas. Intente retenerlas en mi mano. Aunque sólo fuera un instante.

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