"Enséñale el ombligo al sol"
C/ de La Velles. Salamanca
Diciembre, 2013
Y dijo la libélula...
Encima de la tienda del señor y la señora Swindell, en la estrecha casa junto al Támesis, había un pequeño cuarto, escasamente mayor que un armario. Era oscuro, húmedo y maloliente (consecuencia natural de malos desagües y una inexistente ventilación), con paredes descoloridas que se resquebrajaban durante el verano y chorreaban durante el invierno y una chimenea cuyo tiro había sido bloqueado hacía ya tanto que parecía una grosería sugerir que debía ser de otra manera. Pero a pesar de su miseria, el cuarto de encima de la tiendo de los Swindelll era el único hogar que Eliza Makepeace y su hermano mellizo, Sammy, habían conocido y que les proporcionaba un mínimo de seguridad y protección del que carecían sus vidas [...]

Aquello fue sólo juego; aquello, presunción; aquello, deseo puro sin asomo de ternura; aquello, un gran amor que se diluyo incomprensiblemente; aquello, nada, una tontería; aquello, una pasión que me ilusionó al principio; aquello, una seducción que hubiera podido ahorrarme; aquello, únicamente instinto; aquello, una agradable compañía; aquello, el gusto por la transgresión; también aquello, tan violento entonces y ahora ya tan pálido; aquello, un amor verdadero en mal momento; aquello, encanto; aquello, idolatría por un cuerpo; aquello, un enamoramiento que no podía ser duradero; aquello, el sortilegio de una mirada; aquello, una noche solitaria; aquello, un país lejano; en aquello otro, el sexo acabo en monotonía; aquello fue sobre todo un antídoto contra la muerte; aquello, la habitual indefensión frente a la belleza; aquello, una trampa; aquello, la maldita curiosidad; aquello una aventura que sería memorable; aquello, una relación tan prolongada que apenas hay nada que rescatar; aquello, porque lo veía como una historia inmortal; aquello, porque me permitía huir; aquello, el más joven amor interrumpido; aquello si valía la pena pero me equivoque al juzgarlo; aquello, porque era presente puro; aquello en cambio, porque me recordaba el pasado; aquello por el goce; aquello, hay que reconocerlo, acaso por inercia; aquello, según me han dicho a menudo, por el deseo de no comprometerme; en aquello otro quise continuidad pero no pude; aquello no fue muy distinto a lo de los animales;aquello era el paraíso, pero lo perdí como se pierden los paraísos; aquello, un infierno que soporte absurdamente; un hermoso amor, aquello, con su existencia justa; aquello, sentimiento sin sexo; aquello, por el contrario, era sexo sin apenas sentimiento; aquello, la bebida, que nada justifica; aquello estaba destinado al matrimonio, con poca suerte; aquello fue pavoneo estúpido; aquello, un complejo de culpa anticipado; aquello parecía señalado por los astros; aquello no podía salir bien; aquello era miedo; aquello era libertad; aquello era búsqueda y aquello y aquello. Búsqueda