Y dijo la libélula...

domingo, 17 de mayo de 2020

SOBRE HÉROES Y TUMBAS - ERNESTO SABATO

"Y así (explico Martín) empezó la terrible historia. Todo había sido inexplicable. Con ella nunca se sabía, se encontraban en lugares tan absurdos como el hall del Banco de la Provincia o el puente Avellaneda. Y a cualquier hora: a las dos de la mañana. Todo era imprevisto, nada se podía pronosticar ni explicar: ni sus momentos de broma, ni sus furias, ni esos días en que se encontraba con él y no abría la boca, hasta que terminaba por irse. Ni sus largas desapariciones. "Y sin embargo  - agregaba - ha sido el periodo más maravilloso de mi vida" Pero él sabía que no podía durar porque todo era frenético y era, ¿se lo había dicho ya?, como una sucesión de estallidos de nafta en una noche tormentosa. Aunque aveces, muy pocas veces, es cierto, parecía pasar momentos de descanso a su lado como si estuviera enferma  y él fuera un sanatorio o un lugar con sol en las sierras donde ella se tirase al fin en silencio. O también aparecía atormentada y parecía como si él pudiese ofrecerle agua o algún remedio, algo que le era imprescindible, para volver una vez más a aquel territorio oscuro y salvaje en que parecía vivir.
- Y en el que yo nunca pude entrar - concluyó poniendo su mirada sobre los ojos de Bruno"

miércoles, 25 de marzo de 2020

La muerte del comendador - Haruki Murakami

"Una soleada mañana de finales de mayo,coloqué todo mi material de pintura en el estudio del dueño de la casa y me enfrenté al blanco impoluto de un lienzo por primera vez desde hacía mucho tiempo.
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Para mí era una atmósfera nueva, un lugar donde se intensificaban mis ganas de ponerme a pintar de nuevo. El estímulo era tal que sentía como un dolor sordo, y, además, disponía de un tiempo casi ilimitado.
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Sin embargo fui incapaz de pintar nada. Me quedaba plantado frente al lienzo en blanco durante horas y horas contemplándolo y no se me ocurría no la más mínima idea que pudiera empezar a plasmar allí. No sabía por dónde empezar, no encontraba del hilo del que tirar. Simplemente estaba allí, en aquel espacio vacío y sin decorar, como un escritor que se ha quedado sin palabras, como un músico que ha perdido su instrumento.
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Sin embargo, en ese momento seguía sin encontrar el punto de partida. Por muchas ganas que tuviera de pintar, por mucho que sintiera un cosquilleo en el pecho, era imprescindible algo concreto para poder comenzar"