"-Ese enano me pone los pelos de punta -dijo Billy.
-Sebastian.
-Ya sé su nombre, pero me niego a decirlo. Ponerle un nombre es precisamente lo que me pone los pelos de punta. Si fuera sólo un enano de yeso no sería tan grave.
Sebastian nos observaba en silencio.
-Si tú lo dices.
-Es la manera en que lo piensas -explicó Billy, como si se lo hubiera pedido. Bajó los escalones del porche y caminó por uno de los senderos tapizado de hojas. Apartó algunas ramas a su paso.
-A qué te refieres con "la manera en que lo piensas" -dije mientras lo seguía.
-A que si le pones un nombre, entonces le das vía libre a tu cabeza para pensar: Sebastian me está mirando; Sebastian tiene vida propia; Sebastian es un jodido gnomo de piedra capaz de patearme el culo.
-¿Si no tiene nombre no lo piensas?
-No. Es como ese árbol de allí; ponle un nombre y verás cómo querrá atraparte al pasar."