Frida adornaba las las historias, Frida inventaba, Frida decía la verdad, Frida se contradecía. Sobre todo porque cambiaba su versión de las cosas de una carta a otra, según el momento vital en el que se encontraba. Viviendo siempre en los extremos, pasando del color al negro, de la felicidad a la más profunda tristeza, de la risa y el canto con el que le gustaba llamar la atención al silencio y la soledad del estudio, donde pintaba desde la más absoluta angustia. Pero eso no importa, ahí reside el encanto y la magia de Frida Kahlo. No importa como ocurrieron las cosas con exactitud. Lo verdaderamente interesante es como las ella...