Señor pájaro-que-da-cuerda, si te digo la verdad, o sea, toda, toda la verdad, a veces me entra un pánico terrible. Me despierto a medianoche, me siento sola, muy lejos, como a quinientos kilómetros, alejada de toda persona y de todo lugar, en las tinieblas, sin poder ver mi futuro mire hacia donde mire, y me coge tanto miedo que me entran ganas de gritar. ¿Señor pájaro-que-da-cuerda, a ti no te pasa algo parecido? En estos momentos procuro pensar que estoy unida a algo. Y enumero mentalmente, con todas mis fuerzas, los nombres de las cosas a las que estoy unida. Entre ellas, por supuesto, estás tú, señor pájaro-que-da-cuerda. Aquel callejón, aquel pozo y el árbol de caqui también lo están... Y, con la ayuda de diversas cosas pequeñas (claro que tú, señor pájaro-que-da-cuerda, no eres "una cosa pequeña, era sólo un decir), podré volver poco a poco a "este lado".